EL SAMURAI Y LA HOMOSEXUALIDAD.
No se puede hablar de la homosexualidad entre samurais, sin conocer el Shudo.
Podíamos pensar que este hecho ocurría del mismo modo en Europa o en
cualquier otra parte del mundo donde las guerras y las contiendas se llevaban a
cabo entre el sexo masculino. Pero entre samurais también existían las
guerreras, o las Onna Bugeisha, por lo que la falta del sexo femenino no estaba
ausente. Es tanto así, que se pudiera pensarse que la practica de la
homosexualidad se debiera a esta causa de ausencia femenina en el campo de
batalla. En este caso, no es así.
SHUDO
El término shudo (“el camino del joven”) se le atribuye a Kobo Daishi
(772 – 834), el fundador de la escuela Shingon. Fue una tradición japonesa de
homosexualidad estructurada por la edad, prevalente en la sociedad samurái
desde su periodo medieval hasta el fin del siglo XIX. Desde círculos
religiosos, el amor a un semejante del mismo sexo se difundió en la clase
guerrera, donde era costumbre para un joven samurái (wakashu) ser aprendiz de
un hombre mayor (nenja) y más experimentado. El joven samurái sería su amante
por muchos años. Esta práctica, también conocida como bi-do ("el camino de
la manera hermosa"), fue referenciada en innumerables obras de poesía,
prosa, teatro, pintura, etc. En 1482, Ijiri Chusuke escribía:
"En nuestro Imperio de Japón esta manera floreció desde el momento
del gran maestro Kobo. En las abadías de Kioto y Kamakura, y en el mundo de los
nobles y los guerreros, los amantes se juran amor eterno confiando que su buena
voluntad es recíproca. Que sus socios fueran nobles o comunes, ricos o pobres,
era absolutamente sin importancia ... En todos estos casos fueron muy
conmovidos por el espíritu de esta manera. El camino de la manera hermosa debe
ser verdaderamente respetado, y nunca se debe permitir que desaparezca ".
Shudo, en sus aspectos pedagógicos, marciales y aristocráticos, es muy
análogo a la antigua tradición griega. La relación se inicia cuando los jóvenes
aún son imberbes, antes de la mayoría de edad, un análogo extrañamente preciso
de la institución de la pederastia, que floreció dos mil años antes en la
Grecia Clásica.
En Japón la élite de los guerreros asumió ese rol de camaradería,
amistad, atracción y respeto mutuo siglos más tarde y se encargó de
preservarlo. Un samurai escribía:
“Es natural para un samurai hacer todo lo posible para sobresalir con la
pluma y la espada. Más allá de eso, lo que es importante para nosotros es no
olvidar nunca, en nuestro último momento,
el espíritu de shudo. Si hay que olvidarlo, no será posible para
nosotros mantener el decoro, ni la dulzura de la voz, ni los refinamientos de
la conducta cortés”.
Es cierto que los artistas japoneses contemporáneos no van a incidir en
esa cuestión para regocijo de los occidentales. Akira Kurosawa, el famoso
director cinematográfico, guardó un silencio inescrutable. Ninguna de las
varias centenas de películas de samuráis producidas en el pasado siglo intentó
siquiera sugerir la figura del nanshoku, "el camino de la manera
hermosa". Salvo en una película titulada “ Gohatto”. El acto del Shudo
queda vetado y oculto - sino un tema tabú - para los occidentales, que puedan
desconocer el Shudo. su filosofía y practica.
Un anónimo samurai del siglo XV.
nos deja esta nota:
“ [...] la mayoría de los que saltan al campo de batalla, rechazando a
los enemigos y acompañado a sus señores hasta el final, son los compañeros
sexuales de sus señores (gomotsu).
Las enseñanzas de Shudo entró en la tradición literaria y se pueden
encontrar en obras como el Hagakure, y en otros manuales samuráis. La práctica
se llevó a cabo en alta estima, y fue alentada, especialmente dentro de la
clase samurai. Se consideró que era beneficioso para la juventud, enseñándoles
la virtud, la honestidad y el aprecio de la belleza. Su valor se contrasta con
el amor de la mujer, que es culpa de feminización de los hombres, según
creencias samurais.
Numerosas obras literarias nos hablan del Shudo.
Gran parte de la historia y la literatura de ficción de la época elogió
la belleza y valor de los jóvenes fieles al Shudo. El historiador moderno
Jun’ichi Iwata elaboró una lista de 457 títulos de este tipo los de los siglos
17 y 18 siglos. Pintores y otros artistas, nos hacen llegar la practica del
Shudo a través de sus obras.
Toshiro Mifune, el popular actor famoso por sus papeles de samurais
taciturnos, de rápidos reflejos, jamás pronunció una palabra al respecto. Akira
Kurosawa, el famoso director cinematográfico, guardó un silencio inescrutable.
Ninguna de las varias centenas de películas de samurais producidas en el pasado
siglo intentó siquiera sugerir la figura del nanshoku, el amor del samurai*.
Desde su posición central en la educación, el código de honor y la vida erótica
de la casta de los samurais, el amor hacia los muchachos ha caído del nivel de
lo intocable al de lo inmencionable, al del "amor que no puede mencionar
su nombre". Pero el hecho ineludible es que el lazo sexual entre un
guerrero adulto y un joven aprendiz era uno de los aspectos fundamentales de la
vida de los samurais, un amor para el que los japoneses tienen tantos nombres
como quizás los esquimales para la palabra "hielo".
Shudo, conocido igualmente con el
término wakashudo, "la senda de la juventud", era una práctica
realizada por todos los miembros de la casta samurai, desde el guerrero más
simple hasta el señor más noble. Se ha dicho incluso que nunca se habría
preguntado a un daimyo, señor, por qué tomaba muchachos como amantes, sino por
qué no lo hacía. No es ésta una pregunta que hubiese embarazado, por ejemplo, a
los tres grandes shogunes que unificaron Japón, Oda Nobunaga, Toyotomi
Hideyoshi, o Tokugawa Ieyasu, ni tampoco a Miyamoto Musashi, autor del
"Libro de los cinco anillos". Aunque los samurais solían llamarlo
"bi-do", "la hermosa senda" y guardaron celosamente la
traducción.
En Japón, era el joven quien debía dar el primer paso, mientras que para
los griegos sólo el más mayor debía cortejar al joven. Hagakure,
"Escondido tras las hojas", el famoso manual para samurais de
Yamamoto Tsunetomo de principios del s. XVIII, estipula que:
"Un hombre joven debería probar a uno más mayor durante como mínimo
cinco años y, si está seguro de las intenciones de esa persona, pedirle
relaciones formales (…). Si el joven puede entregarse y vivir así durante cinco
o seis años, es una persona adecuada ".
Parecería así que este proceso debía empezar a una edad muy temprana,
puesto que estas relaciones solían concluir formalmente en el momento de la
ceremonia de mayoría de edad, habitualmente al llegarse a los dieciocho o
diecinueve años. En este momento, se procedía a tonsurar al joven (a cortar los
mechones delanteros del pelo para simular su retroceso, un modo de simbolizar
la accesión a un determinado status de una sociedad cuyos integrantes, como la
de hoy en día, compara las fechas de nacimiento para establecer las prioridades
de sus miembros), con lo que éste, a su vez, podía desarrollar el papel del adulto
en una nueva relación shudo. Como en los tiempos antiguos, los miembros de la
pareja seguían siendo amigos íntimos, incluso después de concluida la fase
erótico/pedagógica y algunas de estas relaciones resistían el paso del tiempo,
convirtiéndose así en historias de amor que duraban toda una vida.
Paradójicamente, el wakashudo era también parte integrante de la
tradición de la devoción que un siervo tenía para con su señor, y Yamatomo
Tsunetomo, opinaba así acerca de estas relaciones:
Entregar su vida a otro es el principio básico del nanshoku. No hacerlo
es causa de vergüenza. Y al hacerlo, no te queda nada para ofrecerle a tu
maestro. Por ello, ha de ser a la vez motivo de placer y de disgusto.
El shudo de los samuráis tiene sus orígenes en el periodo Kamakura, hacia el año
1200, y alcanzó su apogeo al principio del shogunado Tokugawa, en 1603, declinando posteriormente a medida que el país se unificaba y disminuía la importancia de la casta guerrera. La historia del amor entre hombres en Japón, sin embargo, no sólo abarca todo el periodo de los samurais, sino que lo sobrepasa. Aunque no podemos conocer sus orígenes prehistóricos, existen documentos escritos desde el periodo Heian (Paz y Tranquilidad) (794-1185). Esta era, caracterizada por un gobierno ilustrado, quedó marcada por la fundación de Kioto como gran capital imperial, vio el florecimiento de la cultura y la vida ciudadana. De esta época es Genji Monogatari, "La historia de Genji", que contiene una de las primeras alusiones conocidas al amor masculino, en la que un pretendiente despechado se consola con el hermano menor de su amante:
Tú, por no menos tú, no me abandones. Genji sentó al muchacho a su lado.
El muchacho estaba encantado, tales eran los encantos juveniles de Genji. En
cuanto a Genji, así se cuenta, el muchacho le resultó más atractivo que su fría
hermana.
Del mismo modo, Ise Monogatari, "La Historia de Ise", escrita
en 951, contiene un poema a un hombre separado de su compañero:
“No puedo creer
Que estés tan lejos
Porque yo
Jamás podré olvidarte
Y tu cara
Estará siempre frente a mí,”...
No cabe duda de que Japón vive la sexualidad desde la posición más
elevada de la moral libre. Sin embargo es curioso que no se besen en público,
ni tan siquiera en pareja, o familiares (hermanos, padres e hijos).
Una muestra más de su sentido de la libertad por el sexo y que perdura
hasta nuestros días, es la festividad y adoración al falo.
La influencia occidental tendría un papel destacado en este giro de los
acontecimientos en cuanto al Shudo se refiere. Desde sus muy primeros contactos
con la remota isla-imperio, los exploradores y mercaderes europeos deploraron
la "laxa moral" y la "depravación de sus anfitriones. El
escritor portugués Luis Frois, en su "Historia do Japao", documenta
un encuentro en 1550 entre la expedición del fraile jesuita San Francisco
Javier y el daimyo de Yamaguchi, Ouchi Yoshikata:
"El señor los recibió con muestras de alegría y dijo que le
gustaría oír la nueva doctrina de los kirishitan´ (cristianos). El hermano Juan
Fernández leyó en japonés el relato de la Creación y los Diez Mandamientos.
Después de haber mencionado el pecado de la idolatría y otras faltas cometidas
por los japoneses, llegó al pecado de Sodoma, que describió como "algo tan
abominable que es más sucio que el cerdo y más bajo que el perro y otros
animales carentes de razón". Yoshitaka pareció entonces molesto y les hizo
una señal para que salieran. Pero el rey no dijo ni una palabra y Fernández
dijo que debería ordenar que les matasen".
Aunque la presencia de los misioneros cristianos, escasa pero en
aumento, prestó apoyo a quienes criticaban las prácticas del amor entre
hombres, no fue sino con la restauración Meiji de 1867, un resultado directo de
la apertura de Japón al mundo exterior bajo la amenaza de las armas de fuego
estadounidenses, cuando la moralidad cristiana occidental empezó a dominar el
pensamiento japonés, con el consiguiente punto final para el wakashudo. Tahuro
Inagaki, en su obra La estética del amor adolescente escribe que:
“Sin que nos demos cuenta, hemos perdido esta tradición cultural… Cuando
íbamos a la escuela, solíamos oír alguna historia de dos estudiantes que se
habían peleado a cuenta de un hermoso muchacho y que habían acabado sacando las
navajas (…) Pero desde la nueva era de Taisho (1912-1926), no hemos vuelto a
oír este tipo de cosas. El shudo, que era parte de nuestras vidas, ha llegado a
su fin “.
Algunos apuntes para entender el shudo
Otro de los términos con los que se hizo referencia al ‘shudo’ fue su
sinónimo: ‘nanshoku’, cuyo origen era chino. La adopción y eventual apropiación
de este vocablo encontró como principal causal la migración de monjes japoneses
que se fueron a estudiar budismo a China. Durante un largo tiempo se hizo uso
de estas palabras para referirse a la homosexualidad masculina.
Al ser términos bastante populares, formaban parte del habla cotidiana
en Japón. Su conocimiento en otras latitudes del mundo se debió —en gran parte—
a la literatura. Uno de los libros en los que se habló abiertamente del shudo
fue Nanshoku Okagami (The Great Mirror of Male Love), libro escrito por Ihara
Saikaku en 1687.
Tomado de la Revista Noticiero I.M.A.O.
del mes de Septiembre 2023
https://online.flipbuilder.com/scezo/jwcd/
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