KANSHA
Hermanos del Budō:
Hoy me gustaría hablar de un tema que es
sumamente importante para todos aquellos que verdaderamente desean ser
catalogados de auténticos y dignos Budokas. Ellos, los cuales, con su
sinceridad no permitirían jamás, que su maestro, en algún lugar distante, olvidado,
abandonado o traicionado, al escuchar pronunciar sus nombres se vea en la
triste y penosa necesidad de tener que inclinar su rostro avergonzado. Mucho
más si se le habla de las " increíbles habilidades" y la " fama
o popularidad" alcanzadas por estos distanciados alumnos, que ahora
enseñan o representan el Arte que él le enseñó.
Los ideogramas (kanjis) o caracteres que componen la palabra KANSHA en el idioma Japonés se divide en dos términos:
"Kan" Sentimiento, sensación, sentir...y "Sha" Disculparse,
agradecer, rehusar... Esto define el
sentir de un especial y perenne agradecimiento por lo que se ha recibido de
alguien, en este caso, de un maestro que ha dedicado una vida entera a una
tradición la cual ha trascendido de generación a generación, por siglos y que
es de gran valor, y por ende se debe conservar intacta. Este es el sentido y el
objetivo universal de la transmisión auténtica de un Arte Marcial, que como un
gran tesoro, un maestro conserva y desea trasmitir para su perpetuidad, a esos
alumnos, que han ofrecido su palabra "Ichigon," una única e
inquebrantable palabra, bajo un juramento " Keppan" que define la
identidad de ellos, que poniendo su honor en ese pedestal la ofrecen sin temor,
ni retroceso, pues una vez ofrecida, no existe excusa alguna, para derogar.
En cierta ocasión, una alumna me envió
estas palabras, que no sé si fueron escritas por su inspiración o tomadas de
algún libro de un buen escritor, pero
cualquiera que sea el caso, son bellas y dignas palabras para hacer una reflexión.
Ellas describen mi vida como maestro y
pienso que enmarcan también las de muchos más, que han sabido continuar el
arduo y profundo Camino de la trasmisión del Honto Budō.
Las tomo como ilustración para el fin de
este artículo.
"Enseñarás a volar, pero no volarán tu
vuelo.
Enseñarás a soñar, pero no soñarán tu
sueño.
Enseñarás a vivir, pero no vivirán tu vida
Sin embargo en cada vuelo, en cada vida, en
cada sueño perdurará siempre la huella del camino enseñado."
Es cierto, eso es enseñar y transmitir un
legado, pero tomar una decisión así, tiene muchos precios, muchas heridas y
tropiezos. Aun así, la función de un auténtico maestro de Bujutsu o Budō, es no
ignorar el dolor, es estar listo para sufrir lo que para otros es insoportable,
llorar en anonimato y beber las lágrimas derramadas, para volver al Dōjō junto
a sus alumnos y cumplir con su deber GiRI ( Deber hacia todo lo concerniente
con el Ryu). Su deuda de imparable gratitud ON hacia sus ancestrales maestros y
comportarse, como lo que le identifica y define, como un Budoka, como un
Sensei.
Se debe recordar que en el verdadero Budô,
a los alumnos, no se les ofrece casi nunca explicaciones sobre el por qué se
hacen o aplican ciertas normas, de qué manera se instruye o se determinan las
cosas por parte del maestro en las clases o entrenamientos en el Dōjō, porque
este no es un lugar para la democracia.
En verdadero Budo se aprende en fe. O sea:
cuando un maestro enseña, él no tiene que justificar las trasmisiones de sus
enseñanzas, diciendo a sus alumnos -"si ustedes hacen tal o más cual cosa,
obtendrán tal beneficio... Y desarrollaran tal habilidad..." Como se ha
enseñado antes..."Si el maestro constantemente da razones, el alumno se
acostumbra a actuar de acuerdo al beneficio personal y no por la ética de la
obediencia. Espera siempre recibir un beneficio a cambio de lo que ofrece y al
hacerlo, a veces sin percatarse de ello, le pone un precio a su esfuerzo. O
sea, le da tanto valor a su esfuerzo como al conocimiento que se le ofrece. Eso
es altamente incorrecto. Lo que así se aprende, aunque ofrezca cierto beneficio
al alumno, generalmente se acumula en el ego, y no beneficia al espíritu. Puede
producir buena técnica, pero no buen espíritu." Esto trae consigo que
muchos alumnos, al aumentar su conocimiento técnico, y recibir altos rangos por
su aprendizaje, se consideren ya, grandes maestros... Y comiencen a imaginar
que han superado a sus maestros, porque los mismos ya han envejecido y su
"obstinada" y "obsoleta" mentalidad, les trae retraso al
buen desarrollo del Ryū que él enseña. En peores situaciones estos engreídos e
ingratos alumnos, abandonan el Dōjō y a sus maestros, y se marchan en busca de
la " Sabiduría" que les " pertenece" y les falta, y corren
con descontrol y avaricia a postrarse servil y cínicamente a los pies de otros
maestros, con el único fin de apoderarse del conocimiento, tal es su egoísmo,
que sin importarles los valores etico- morales que su antiguo mentor les trató
de inculcar siempre, derogan principios tales como: La lealtad, el respeto, el
honor, la compasión, y otros que para un
Budoka real, son absolutos para honrar
al Ryū Ha, a su genealogía, a su tradición, al Dojo y su membresía y obviamente
a su tutor, el Sensei.
La gratitud es la virtud que define la
grandeza y la humildad del hombre. En un Budoka verdadero, esta es la máxima
cualidad, para recibir un legado, como futuro maestro. Sin Kansha (Gratitud),
sin Hige (Humildad), sin Chusei (Lealtad), no
puede existir Keii (Honor), sin honor no se puede ni siquiera pronunciar
la palabra Budō, porque Verdadero Budō es eso. Un antiguo guerrero Samurai,
vivía y moría por honor y lealtad, hoy eso no difiere al emprender el Camino de
las enseñanzas del Bujutsu o Budō, y mucho menos al definirnos como Budokas.
Claro que también existen los verdaderos
discípulos, no faltan los ejemplos durante la larga historia del Bujutsu o el
Budō, he comprobado que han existido casos singulares, alumnos en sillas de
ruedas, que antes, y después del fallecimiento de su maestro han permanecido
enseñando el Arte Marcial aprendido, otros han ofrecido práctica intensas
Shugyo, durante días, en la tumba de su maestro en su honor, algunos, muy a
pesar de no poder ver físicamente a su maestro, por los límites de las
fronteras y las políticas, han mantenido por años las enseñanzas y la ética que
su Sensei le ha transmitido, sin obviar ningún rasgo de la lealtad y de su
palabra ofrecida, de transmitir las enseñanzas hasta el nivel posible de su
conocimiento, sin distorsiones y con absoluto respeto. Existen muchos e
innumerables ejemplos. Esos alumnos sí merecen el mérito y el privilegio de ser
catalogados como Budoka y discípulos.
Entonces pregúntate:
¿Dónde tú, alumno endeudado e indolente
déjate tu espíritu "Kokoro", cuando diste la espalda a tu maestro al abandonarla y jamás reconocerle sus incontables e incansables horas dedicadas a
ti, solo con su heroica y digna tarea de enseñarte cómo a un niño, hasta tu
adultez? ¿Dónde "colgaste" las palabras que definen tu honor, el de
tu Ryū y el de tu Dojo? ¿Qué has ofrecido en gratitud por lo recibido?
Si no has cumplido con tu identidad y tu palabra, te diré:
Has perdido tu espíritu, has faltado a tu
palabra, has ofendido tú honor y eres un genuino traidor y no distan de ser un
ladrón de algo noble y sagrado, que no te pertenece, ni mereces.
Te has convertido en un ingrato inmerecido
de todo lo que se te ofreció, tus habilidades, son un reflejo de tu marcado
egoísmo, no de tu esperado deber. Eres
indigno de tocar tu espada y hasta a tu mujer, ( o tú mujer, a tu hombre)
porque un hombre o una mujer que no
tienen honor, no son dignos de ser ni Budokas, ni se les debe respetar por apóstatas.
KANSHA, connota, que deberías tener un
espíritu de agradecimiento eterno, (mientras respires) renunciando a todo apego
al ego dañino y engañador, a la arrogancia que envenena al alma, convirtiendo
tu corazón en algo puro y limpio, como el piso de aquel Dōjō, que puliste por
años, con la actividad del Soji, ( Haré misugi )usando tus manos, con tus pies
en cada desplazamiento para transitar en la vía del Arte (Dō) y con el sudor
derramado, junto a cada enseñanzas y corrección de tu maestro, de tu amigo, de
tu guía, de tu padre, esto lo define todo en el verdadero Budô, porque
verdadero Budô es vida. ¡No lo olvides!
Si aún no lo has reconocido así, revisa tu
andar por la senda de Arte Marcial que escogiste y al cual juraste lealtad,
delante de un ser compasivo que tuvo la esperanza de creer que tú serias el
continuador del propósito real de su vida, ese que te ofreció una enseñanza única
con IShi den Shin.... “De su alma a tu alma," de "su corazón a tu
corazón...." Ese ser siempre te observará aun cuando no te vea, porque
Maestro por un día es maestro para toda una vida. Si eres un ingrato, no
menciones nunca la palabra Budō en tu escuela, ni te llames inútilmente
Budoka... Porque eso es sólo cinismo, si eres honesto y de Espíritu elevado, no
olvides mantener los pies sobre el Camino, y transita siempre detrás de la
sombra y las huellas de tu Sensei... Para cuidar que siempre haya un hondo y
visible vestigio que sirva de guía al legado del Ryū Ha que tú defiendes con
inquebrantable sentimiento y valoración de KANSHA.
No dejes que el tiempo siga transcurriendo,
ni a tu Sensei partir de este mundo, aún con la firme esperanza de que aparezca
un día el hijo pródigo para celebrar la victoria que se alcanza al dejar en
buenas manos una noble tradición.
Y tú, no te quedes sumergido en el lodo de
tu ego, con la saeta dolorosa de la ingratitud, clavada en lo más profundo de
tu corazón. El Torii aún te espera para renovar tu espíritu con un sincero
" ¡Gomen Kudasa!"
Por:
Máximo Roy Fernández Rodríguez.
DERECHOS RESERVADOS.
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